Durante la época colonial Costa Rica perteneció eclesiásticamente a la Diócesis de Nicaragua y Costa Rica, cuya sede se encontraba en León (Nicaragua).
La Diócesis de Nicaragua había sido erigida por el Papa Clemente VII en 1531, aunque la creación de la nueva diócesis no se hizo efectiva hasta 1534 con la expedición de la bula “Aequumreputamus” por Paulo III. En 1565, mediante Real Cédula, se atribuyó al obispo de Nicaragua la jurisdicción eclesiástica sobre Costa Rica, atribución que estuvo vigente hasta 1850. Desde 1743, la Diócesis de Nicaragua y Costa Rica dependió del Arzobispado de Guatemala.
Durante este extenso periodo de alrededor de 300 años, que abarcaron toda la época colonial y las primeras décadas de vida política independiente, los obispos de León estuvieron representados en suelo costarricense por el Vicario Foráneo de Cartago, con competencias sobre toda la provincia de Costa Rica y funciones administrativas y de juzgado eclesiástico.
Simultáneamente se fue creando una primera red parroquial, encabezada por Cartago, la parroquia más antigua del país, más las parroquias de Esparza y Nicoya y las doctrinas de los pueblos de indios enTurrialba, Ujarrás, Cot, Curridabat, Aserrí, Ciudad Colón (Pacaca), Barva…, estas últimas administradas por religiosos franciscanos; y ya en el siglo XVIII las parroquias o ayudas de parroquias de Heredia, San José, Tres Ríos, Alajuela, San Miguel de Escazú, Cañas, Bagaces y Liberia.
El obispo debía visitar su diócesis de forma periódica, tal y como disponía el propio Concilio de Trento (1545-1563), para velar por los asuntos de culto, administración de sacramentos, moralidad, catequesis... y administrar el sacramento de Confirmación. Los obispos de esta extensa diócesis de Nicaragua y Costa Rica visitaron el territorio costarricense, personalmente o por medio de delegados, desde principios del siglo XVII. La primera de estas visitas la efectuó en 1603 el sacerdote Diego Gaitán en representación del Cabildo de León, encontrándose en ese momento vacante la sede por fallecimiento del obispo Fray Juan Antonio Díaz de Salcedo. En 1608 practicó la visita pastoral a Costa Rica el obispo Pedro de Villarreal (primer obispo de León en visitar nuestro país y primero en administrar aquí el sacramento de la Confirmación) y desde entonces numerosos obispos de Nicaragua y Costa Rica y delegados de estos visitaron la provincia de Costa Rica.
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Retrato de Agustín Morel de Santa Cruz (1749-1753)
Agustín Morel de Santa Cruz, Obispo de Nicaragua y Costa Rica, realizó la visita pastoral a Costa Rica en 1751 y al año siguiente elevó al Rey un extenso informe sobre la misma, de excepcional riqueza informativa, con el título de "Visita topográfica, histórica y estadística de todos los pueblos de Nicaragua y Costa Rica".
Esteban Lorenzo de Tristán y Esmenola fue obispo de Nicaragua y Costa Rica entre 1775 y 1783. Realizó la visita pastoral a Costa Rica en 1782, declarando el patronato de la Virgen de los Ángeles sobre la ciudad de Cartago: "... debía declarar y declaró por Patrona especial de esta ciudad de Cartago a dicha sagrada imagen".
Virgen de los Ángeles de la colección de Monseñor Thiel
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Baltasar de Grado, cura y vicario de Cartago
El vicario Foráneo de Cartago era además comisario del Santo Oficio, juez eclesiástico y párroco de esa localidad.
En este documento podemos apreciar la intervención de Baltasar de Grado, vicario foráneo (y párroco) de Cartago, en la cofradía de la Vera Cruz, según instrucciones de fray Fernando Núñez Sagredo, obispo de Nicaragua y Costa Rica.
Baltasar de Grado fue el primer sacerdote nacido en Costa Rica. Siendo él párroco de Cartago tuvo lugar el hallazgo de la imagen de la Virgen de los Ángeles.
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Bautismos de Tres Ríos (1780-1781)
Se conservan registros de bautismo de la Parroquia de Cartago desde finales del siglo XVI. Para las demás parroquias los registros sacramentales comienzan en el siglo XVIII o posteriores en el caso de parroquias más recientes.
Estos registros contienen datos como nombre de la persona, fecha y lugar del sacramento, filiación, padrinos... Durante la época colonial, fue además usual anotar al margen la procedencia racial de las personas (indios, ladinos, negros, mulatos, españoles...).
La información contenida en los libros sacramentales (de bautismos, confirmaciones, matrimonios y defunciones) es fundamental para conocer la población de Costa Rica antes de la creación del Registro Civil en 1888.
